De Cartago a Santa Rosa hubo un camino conocido como el camino de los venados o camino real, construido por los indios y a partir de 1850 fue mejorado por la compañía de Félix de la Abadía. Este partía de Cartago, subía a Pindaná de los Cerrillos, pasaba por las antiguas ruinas de Cartago y a la altura de la quebrada San José subía por el alto del Oso y por San Bernardino llegaba hasta Santa Rosa de Cabal.
En 1890 se abrió el nuevo camino que cruzaba el río Otún por el puente Mosquera, continuaba por Los Molinos, subía por Boquerón y por el puente de las Hermosas llegaba a Santa Rosa. Por ser muy utilizado para el paso de ganado que en grandes cantidades llevaban del Cauca al Tolima para pastar, este camino se convertía en épocas de invierno en verdaderos lodazales generando nubes de zancudos que producían malaria.
Según Fernández Botero, los viajeros evitaban pasar por el valle de Dosquebradas por la cantidad de lagunas y pantanos que había en ese sector, dando origen a la expresión de "a Santa Rosa o al charco".
Para ir a Marsella se pasaba el río Otún por el puente de Llanogrande, siguiendo por un camino que bordeaba el Alto del Nudo.